Pablo Sicilia

Evocación amarilla de un blanquiazul
Pablo ha conseguido lo inalcanzable: ganarse el respeto de dos aficiones eternamente enconadas. Sicilia no disimula su pasado amarillo, su cariño presente lo luce con orgullo en su piel, lo admite sin titubear mirando a los ojos. Sin embargo su entrega al Tenerife es sin condición, sudor que agradece hasta el más radical de los blanquiazules, que perdona al tiempo su procedencia. Lejos de ganarse reproches, Sicilia tiene el respeto de todos.
«Me siento un privilegiado por haber estado ocho o nueve años en la cantera de la Unión Deportiva, si no hubiese sido por esa etapa no estaría en el Tenerife, ni hubiese jugado en Primera División», recuerda agradecido, antes de subrayar su afinidad por el rival del domingo. «Mi sentimientos hacia la casa amarilla siempre van a estar latentes, allí me hice futbolista, recuerdo todas las tardes que fui al Insular a ver al equipo. Siempre querré lo mejor para Las Palmas, aunque lucharé para que gane el Tenerife», afirma Pablo.
Incitado a buscar respuestas sobre el farolillo rojo, el central se queda sin argumentos que justifiquen el descalabro de su equipo: «Es muy difícil de explicar. Empiezas a ver jugador por jugador y calidad hay para estar luchando por los puestos de arriba. Pero la realidad es que si seguimos lamentándonos por lo que nos ha pasado no vamos a salir de la última plaza. Tenemos un margen todavía y queremos empezar a ganar el domingo», asegura Pablo convencido de las posibilidades de su equipo. «El derbi supone una gran ocasión para nosotros, pues borraríamos de un plumazo todas las cosas malas que nos han sucedido esta temporada», dice Sicilia, quien apuesta por un 1-0 sin dudarlo y con el corazón en un puño.

Alberto Artiles / Santa Cruz de Tenerife Canarias7